El arquitecto catamarqueño Martín Germán Bormann dialogó con El Ancasti acerca de su carrera profesional-artística y sobre su participación en el libro “Madera Extrema”, editado por la empresa Cetol, especializada en el cuidado de la madera junto a Bisman Ediciones. La obra compila los proyectos de 32 estudios argentinos.
¿Desde dónde parte tu trabajo como arquitecto en obras tan particulares como la Casa Morcos?
Mi trabajo está determinado no solo por la formación académica, sino también por la práctica cotidiana en la arquitectura y también como refiere (Peter) Zumhtor, en algunos pasajes de “Pensar la arquitectura”, por la memoria, el recuerdo y las vivencias de la infancia y de la juventud, de todos esos lugares vividos y aprehendidos en el recorrido de la vida.
En el momento de proyectar vienen a mi memoria muchas imágenes y siempre están presentes esos recuerdos. Uno de ellos, que marcó mi niñez, era la luz del sol en las primeras horas de la mañana que recorría todo el interior de la casa de Rosa (mi abuela) o el sol del atardecer en la casa de mis padres en las sierras de Córdoba. A esa misma experiencia puedo revivirla hoy en algunos de mis proyectos, donde siempre busco priorizar esa relación interior-exterior, sobre todo el contacto con la naturaleza.
¿Cómo fue el proceso creativo para llegar al resultado final?
En la casa de Gaby (Morcos) la utilización de los materiales me permitió establecer relaciones y vinculaciones con el paisaje y la topografía. En el nivel inferior, el anclaje de la vivienda a la barranca debería mostrarse sólido y compacto con el uso del hormigón y el mampuesto; el nivel medio es el nivel de acceso y arribo a la casa y en donde se ubican las actividades diurnas; las tablas de madera de eucalipto aportan calidez, esa idea de refugio primigenio; y en el último nivel la chapa de cinc. Esta fragmentación establece esa relación simbólica con los tres elementos tierra-bosque-cielo.
¿Cómo interpretaste el terreno en el cual la casa se ubica?
La obra se implanta sobre la barranca del margen oeste del Río del Valle en el noreste de la ciudad de Catamarca. El río es el límite jurisdiccional de la capital con la ciudad de Valle Viejo. A pesar de que ambas ciudades niegan el río, las condiciones paisajísticas del sector son excepcionales; las visuales hacia el Valle y el cerro Ancasti atraviesan un manto verde de vegetación autóctona que cubre toda la vista frente al terreno hasta cerrar con la zigzagueante cuesta del Portezuelo.
JuhaniPallasmaa en “Habitar” dice que la casa mantiene una relación con la verdadera existencia, con la vida.
Pienso que es muy importante en esta acción de transformar el medio natural, para implantar un objeto cultural, como una casa (siguiendo el concepto de Pallasmaa), la relación armoniosa con el entorno natural y cultural, en este caso el barrio y la ciudad.
¿Qué significa esta llegada de tu obra a una publicación nacional?
La participación en el libro Madera Extrema es una oportunidad muy importante para difundir el trabajo de estudios de arquitectura de todos los puntos geográficos del país. Un día, en medio la anarquía del diseño por gusto, me sorprendió la voz en el audio de Pablo Engelman (de Bisman Ediciones) anunciando que mi obra, inserta en Catamarca, había sido seleccionada junto con la obra de 32 estudios de arquitectura de todo el país. Si me preguntas qué sentí? No sé, lo único que tengo en la mente en este momento respecto de aquel, momento es el guiño en la mirada de mi gato, que aunque parezca fantástico, me confirmaba la complicidad y que hacemos un buen equipo.
Martín Germán Bormann
Cursó sus estudios en la Facultad de Arquitectura Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Córdoba.
Tiene una trayectoria de 20 años en los que ha encarado diversas obras particulares; además, es artista visual con varios reconocimientos a nivel nacional y gestiona la galería de arte Castillo arte. Actualmente es docente en la nueva carrera de Arquitectura de la UNCa.